A lo largo de la historia, las religiones, más que unir a los hombres, han motivado discordias entre los pueblos. Joal Fadiouth es un ejemplo de convivencia religiosa de la que la humanidad debería tomar ejemplo.
La peculiar localidad de Joal-Fadiouth es algo así como Buda y Pest, salvando las diferencias, claro. Lo que quiero decir es que al igual que la anterior, está compuesta por dos lugares diferenciados: Joal, el más grande en extensión y población, que bordea la costa, y Fadiouth, la más turística por ser una isla construida de conchas, y unida a tierra por un largo puente de madera.
Para nuestra visita contábamos con Matar, el guía que nos proporcionó Javier del hostal de La Somone. Un chico jovencito y muy avispado que hablaba castellano perfectamente.
Para visitar Fadiouth Matar dejó el coche en un aparcamiento cercano al puente que une ambas poblaciones. En una caseta situada al inicio del puente, habrá que pagar una entrada y aquí nos recibirá otro guía, Pierre, en este caso. Esta es una localidad meramente turística y por tanto, está regulada por el Sindicato del Turismo, de ahí que las visitas sean obligatoriamente guiadas.

Una peculiaridad de esta isla reside en su espontánea construcción, ya que tras siglos y siglos los pescadores del vecino Joal, inintencionadamente, fueron depositando conchas frente a ellos, dando lugar a lo que hoy es Fadiouth.

Al entrar en la isla nos sorprenden dos cosas: el suelo compuesto de de conchas que hacen que el sol refleje luz y color al crujir de nuestro paso, y la cantidad de simbología católica del lugar.

En un país principalmente musulmán (90%), llama la atención que en esta localidad se hayan invertido las cifras, siendo el 90% de su población cristiana. Supuestamente, el desarrollo del comercio en la zona en la época colonial favoreció la penetración cristiana y el asentamiento de misioneros. Gracias a los franceses el cristianismo comenzó a cobrar importancia en la zona en el siglo XIX, erigiéndose la primera misión en 1850 y ordenando el primer sacerdote en 1885.
Así que como lugar de culto cristiano, católico, nos encontraremos con la iglesia de San Francisco Javier, cuya torre sirve de faro a los pescadores.
También veremos unas peculiares construcciones a las que les llamarán «parlamentos» o «casas de la palabra», muy comunes en el país. Éstos son habitáculos habilitados para la reunión de sus habitantes. Como decir en el rural gallego, los locales sociales de nuestras parroquias. Como podemos ver, algunos con símbolos católicos (crucifijo, foto del Papa).



Pero en la pequeña isla de poco más de 12 hectáreas, también hay sitio para los musulmanes, que en esta mezquita tienen su lugar de culto. Financiada por cierto, por la comunidad cristiana. No me digáis que no es un lugar curioso y digno de ser tomado como ejemplo de tolerancia, respeto y solidaridad…

La vida en Fadiouth parece transcurrir tranquila entre sus habitantes, a los que es habitual verlos descansando, o en sus puestos de venta, o alrededor de la plaza del «Baobab Sagrado», que tanto sirve de «tanatorio», ya que bajo el mismo se reza al difunto antes de ser trasladado al cementerio, como se le invoca para que llueva en épocas de sequía.

También cuentan con centro médico y canalización de agua.
Al ser una zona especialmente protegida precisamente por ser turística, sus calles se ven limpias y bien cuidadas, aunque en los alrededores, imágenes como éstas deslucen algo el lugar.

Otro puente de madera sortea el mar para acceder al lugar más místico de la localidad: un cementerio mixto compartido por católicos y musulmanes.

En general Senegal es un país que, pese a ser mayoritariamente musulmán, se caracteriza por su tolerancia para con otras religiones minoritarias como la católica y la animista, y este cementerio es su máximo exponente.

Los fieles difuntos de cada religión, pese a compartir tierra (conchas, mejor dicho), están juntos pero no revueltos, y cada uno tiene su espacio diferenciado.

Las tumbas musulmanas, más austeras, son colocadas mirando a La Meca.

Desde el cementerio se ven pequeños graneros construidos encima de manglares algo alejados de la isla. Esto es debido a que hace tiempo un incendio arrasó la cosecha, con lo cual, para evitar que esto suceda, decidieron esta curiosa ubicación.

Para conocer los alrededores y ver más de cerca estos graneros, el lugar ofrece al visitante la posibilidad de realizar paseos en piragua entre los manglares, e incluso acercarlo a una playa cercana para darse un baño.

